Las crueldades de los asesinatos cometidos en Jasenovac era terribles sobre todo durante finales del verano de 1942 cuando unos 10.000 campesinos servios fueron deportados al campo y los guardias establecieron un concurso consistente en matar al mayor número de prisioneros mediante corte en el cuello y con un premio establecido en un reloj de oro, unos cubiertos de plata, un pequeño cerdo asado y vino; el ganador fue Petar Brzica que alcanzó la friolera cantidad de 1.360 prisioneros asesinados en un solo día cortándoles la garganta con un cuchillo de carnicero especial llamado "srbosjec" (serbio-cortador).
Los métodos de asesinatos eran salvajes en extremo; aparte de asesinar con el "serbio-cortador" como costumbre, los soldados disfrutaban con hacer grandes hogueras y empujar a los prisioneros vivos a las llamas para que murieran abrasados, golpearles la cabeza con un enorme y pesado martillo hasta morir o arrojarlos vivos al río Sava para que muriesen ahogados. Respecto a las mujeres, los soldados escogían a las jóvenes que acompañaban a sus madres y disfrutaban violándolas delante de sus familias para después asesinarlas.
Los crímenes fuera del campo se llevaban a cabo en las riveras del río Sava junto a la población de Gradina y también en los bosques de Krapje de los que se cree que allí murieron unos 360.000 prisioneros; el resto de prisioneros hasta los 600.154, fueron masacrados en los sótanos y la torre de una antigua fortaleza militar cercana al campo y al río Sava.
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Víctimas de Jasenovac arrojadas al río Sava.
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Solamente en 2 ocasiones se relajó la matanza de prisioneros; una en Febrero de 1942 cuando un grupo de periodistas extranjeros visitaron el campo ante los rumores de los crímenes cometidos y otra en Junio de 1944 para recibir a una delegación de la Cruz Roja.
El Jefe del Servicio Secreto yugoslavo, Vjekoslav Maks Luburic, se entrenó en Auschwitz (Polonia) para aprender los métodos de exterminio y aplicarlos a Jasenovac; muy bien debió aprender la lección ya que tras poner en práctica los sistemas de asesinato en masa y añadirles brutalidades extremas junto a perversiones inimaginables, Jasenovac fue visitado por el general alemán Von Horsteneau en calidad de representante de Adolf Hitler en Zagreb, que escribió sobre el campo definiéndolo con esta frase: "epítome del horror" y tras el paso del chofer alemán destinado en Jasenovac, Arthur Hefner, este definió lo visto como "uno de los campos más horribles, solo comparable al infierno de Dante".
En Abril de 1945 los partisanos estaban cerca del campo y la Ustasha intentó eliminar todo vestigio de sus atrocidades; tras matar a todos los prisioneros aún vivos dinamitó casi todas las edificaciones que pudieran implicarles en sus crímenes.
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